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La noticia sobre la disminución de la inversión en actividades de ciencia y tecnología e innovación “ACTI”, específicamente en la reducción de 125.000 millones de Colciencias, es un síntoma más del creciente desinterés histórico que afecta considerar a la ciencia, tecnología e innovación como pilar de desarrollo nacional.  Las tasas anuales de inversión en este sector han sido históricamente bajas en Colombia, según el informe nacional de competitividad del Consejo Privado de Competitividad la inversión en ACTI pasó de 0,35% en 2003 a 0,45% en 2012, mientras en América Latina creció a una tasa casi tres veces mayor. Entre tanto, la inversión en I+D pasó de 0,14% a 0,17% en el mismo periodo. Si esta cifra se compara con la inversión que hacen países como Corea, EEUU, Suecia, Finlandia, que superan el 2% del PIB en inversión ACTI, pues las conclusiones aparecen a primera vista.

La conclusión más evidente es que la ciencia y tecnología no es una prioridad en un país que privilegia un modelo de desarrollo basado en actividades extractivas, con mínima transformación de materias primas y con una estructura industrial que lucha por subsistir en medio de un clima poco amigable.  Debería ser lo contrario, puesto que los recursos naturales no son infinitos y la posibilidad de subsistir después de las bonanzas tiene que ver mucho con la capacidad instalada en ciencia tecnología e innovación “CT+i”, el conocimiento científico pertinente y el talento humano que se cuente cuando la época de vacas gordas termine.

La reforma del régimen de regalías trajo una esperanza, cuando se dijo que el 10% de estos recursos se destinaban al sector. Pero la historia ha sido otra, los recursos no se ven y su impacto se diluye en sistemas de ejecución centralizada y burocrática, donde los más indicados y los que tienen el conocimiento sobre las prioridades no participan. Los recursos aparecen orientados por las gobernaciones, con muy poca participación de los centros de investigación y las Universidades.  Para el gobierno poner la locomotora de la innovación se reduce a fortalecer el SENA, reemplazar recursos del nivel central con recursos de regalías y aumentar las trabas para la inversión de los recursos.

Lo que se esperaba es que los recursos de regalías serían adicionales a la inversión ínfima que tradicionalmente realizaba Colciencias, pero ahora se advierte la verdadera intención. Los recursos se le quitan a las regiones para invertir en el centro del país.  La centralización del sistema nacional de ciencia y tecnología es abrumador. Aproximadamente el 90% de las ACTI se realizan en cuatro centros, Bogotá, Medellín, Cali y Eje cafetero-Santander.  El recorte de los recursos de Colciencias se sustenta, según el DNP en la nueva inversión que surge de la reforma de regalías.

En el informe de Políticas de I+D en Asia, realizado por la casa Asia (Japón, India, China y Corea del Sur) concluye que los avances en ACTI de estos países se deben a una estrategia de descentralización, creación de capacidades en las regiones, priorización de áreas estratégicas y la introducción de procedimientos de gestión eficiencia y evaluación de resultados.  Cabe anotar que gran parte del éxito radica también en una cultura de la disciplina y compromiso colectivo. Como podemos ver, la perspectiva que nos queda no es nada halagadora.

Colombia se caracteriza hoy en día por su modelo extractivo, la centralización de las ACTI, la ausencia de prioridades y una torpe y anquilosada red burocrática en la ejecución de los pocos recursos de ciencia tecnología e innovación.

Si la intención fuese poner a funcionar la relegada locomotora de innovación la voluntad política seria evidente. Mientras tanto, las universidades sufren por recursos para investigación, los centros de investigación y desarrollo tecnológico disminuyen, el talento humano emigra donde se ofrecen verdaderas oportunidades y las empresas navegan en un contexto incierto donde tienen que competir con la economía que enfatiza las actividades minero- energéticas que de por si provocan cambios en el mercado laboral y  elevan los precios deprimiendo las demás actividades.

La alternativa sería la implementación de una política de consolidación de capacidades de CT+i en las regiones, la ampliación y creación de nuevas capacidades a partir de la formación avanzada, el mejoramiento de la infraestructura investigativa en las universidades, la vinculación de una estrategia de emprendimiento de base tecnológica que nazca desde los niveles básicos del sistema educativo, se desarrolle en la formación técnica y se profundice y potencie en el sistema de educación superior.  Igualmente, crear instrumentos e incentivos apropiados y operativos para la innovación empresarial, promover actividades de transformación de materias primas e identificar y potenciar decididamente áreas estratégicas de alto valor.

Lamentablemente, estas posibilidades desaparecen si subsiste el andamiaje burocrático que lentifica y entorpece cualquier programa o proyecto. En Colombia, los recursos de CT+i los define el DNP, los ajusta el congreso, lo ejecuta Colciencias y las gobernaciones y los añoran y miran pasar las universidades y los investigadores, que más puede esperarse.

Cuando el Presidente Santos presentó el documentos Conpes 3797 como una POLÍTICA PARA EL DESARROLLO INTEGRAL DE LA ORINOQUIA: ALTILLANURA – FASE I, mencionó claramente unas metas: Convertir a esta región en un motor de desarrollo del país, llegar a 780.000 hectáreas de área productiva y generar no menos de 300.000 empleos directos.  En sí se plasma la visión de insertar una región del país a la economía nacional, con la aplicación de un modelo de producción agroindustrial de grandes superficies, basado en los preceptos del crecimiento económico.

En primera medida, no se advierte, es que esta región colombiana ya es el motor económico del país con el aporte que hace actualmente a la economía del país con la producción de hidrocarburos, pues se produce cerca del 80% del petróleo del país. Lo que se pretende a grandes rasgos es la ampliación de la frontera económica, la dotación mínima y el ordenamiento del territorio para permitir una mayor velocidad en este proceso de intervención. Lo que puede celebrarse es que por primera vez existe por lo menos un proceso orientado y materializado con la presencia del estado, sin entrar a detallar o criticar la naturaleza de este proceso de apropiación territorial. Se destaca la exclusión de Vaupés como departamento de la Orinoquia.

Como objetivo general la política busca crear las condiciones sociales y económicas para un desarrollo incluyente y sostenible de la Altillanura, basado en la construcción de un modelo de región.

Tiene unos objetivos específicos en esta primera fase. Toma inicialmente el territorio de la Altillanura, con 8 municipios de los departamentos del Meta y Vichada, plantea la dotación de infraestructura y servicios sociales, el ordenamiento ambiental y económico del territorio, generar condiciones para la inversión privada y aumentar las capacidades institucionales en la región. Lo que llama la atención es la mención de hace de las palabras incluyente y sostenible, lo que precisamente marca una paradoja frente a la naturaleza misma del documento, pues no existe un tratamiento serio de las estadísticas sociales y lo ambiental se reduce al simple ordenamiento.  El tema de infraestructura es el objeto real y principal del documento Conpes pues resulta en más del 95% de los recursos asignados. Lo que deja un aire de dudas y cierto desconcierto es que los mecanismos de financiación son de orden privado y recuperado principalmente a cuenta de peajes mediante esquemas de concesión que ya estaban siendo planteados y algunos ya tienen asignación de vigencias futuras, así de nuevo poco tiene y es ante todo un refrito de decisiones ya tomadas hace más de dos años, sin asignar nuevos recursos.

El diagnóstico menciona claramente las terribles brechas existentes en la región, brechas que se encuentran en la educación, el empleo formal, acceso al agua potable y saneamiento básico, vivienda y salud.  Igualmente plantea una concentración de los servicios sociales en la zona del piedemonte y que el 80 por ciento de la población se encuentra en esta subregión.

Aunque el documento muestra la prepoderancia de asunto étnico, elude el tema y lo trata de manera tangencial, sin atender debidamente que el 33% del territorio de educación, vivienda, privilegiando el concepto tradicional de “pobreza” sin abordar en detalle las posibles causas de estos precarios indicadores. Llama la atención también el interés en minimizar la población indígena, trabajar con cifras desactualizadas y reduciendo su importancia como grupo poblacional.  Sin entrar a especular, pero es curioso que un departamento como Vaupés haya sido excluido y precisamente su inclusión en un Conpes de la Orinoquia elevaría aún más el tema indígena a otro nivel de atención.  Desde este punto de vista el documento es claramente segregacionista y excluye de manera descarada a un grupo de población muy importante en la región.

El tema ambiental es la otra debilidad del documento. Plantea un inicio de ordenamiento, priorizando los temas de ordenamiento ambiental, estructura ecológica, evolución regional del agua y los POMCAS, señala competencias a las Corporaciones ambientales, pero los recursos que se platean son muy escasos. No existe un planteamiento serio que busque incluir verdaderamente la variable ambiental en el proceso de desarrollo armónico y sostenible de la Orinoquia.

El documento dista mucho de ser incluyente pues no vincula a la sociedad civil y la academia de la región.  Todos conocemos las críticas iniciales y el recorrido un poco tortuoso que tuvo la elaboración de este documento. Evito concentraciones de personas, redujo la discusión solamente a los entes territoriales y las instituciones y realizó un trabajo principalmente de escritorio para el diseño de esta política. El primer ejercicio participativo amplio realizado en Puerto Gaitán, en el año 2012, fue la muestra de descontento regional que fue finalmente ignorada.

También tuvo el lunar vergonzoso que el propio José Lebovitz director del proceso por encargo del DNP, estaba involucrado en conflicto de intereses, queriendo ser terrateniente, aprovechando su posición y al mismo tiempo formulador de política incluyente y sostenible. Estos hechos dejan muchas dudas y desconfianza de la verdadera intención de este tipo de intervenciones.

El documento presenta graves deficiencias que corresponden a la forma en que fue formulado, sin la participación de los actores regionales representativos de la academia y la sociedad civil, pues se hizo citando a los secretarios de planeación, gobernadores, alcaldes, funcionarios y técnicos del DNP, algunos sin el conocimiento detallado de la dinámica regional.  Las cifras sociales centrales son del censo 2005 criticado por la forma como se hizo en la Orinoquia y la Amazonia, los indicadores sociales se enfocan en el concepto de pobreza, muy limitado y expresado solamente como carencia de servicios sociales o sin vivienda.

El documento es pobre en análisis de las causas de las brechas sociales existentes, también en los cambios de la propiedad de la tierra y en la proyección de cifras de incorporación económica.

Las causas de las brechas deben ser más analizadas.  Siendo población rural e indígena la que está asentada en estas zonas que presentan rezago en los indicadores es justo plantear que las acciones que actualmente se desarrollan, inclusive con recursos representativos, no están surtiendo resultados.  El tema no está la falta de programas de atención, porque históricamente ha existido inversión nacional, departamental y municipal con programas de asistencia social a la población rural. El asunto es la pertinencia de estos programas, si los recursos son realmente suficientes o si los modelos de atención social en salud y educación corresponden realmente a las condiciones sociales, culturales y ambientales de la población asentada.  El Conpes menciona en lo social más de lo mismo, más programas de atención social, más política institucionalmente y operativamente equivocada. Lo que realmente hay que cuestionar son los modelos educativos y los modelos de atención social en salud, la forma como se realiza el proceso y la inclusión de la variable étnica. Es importante ir más allá del simple enfoque diferencial y avanzar en realmente un rediseño institucional de la política social en salud y educación, involucrando aspectos culturales propios de la cosmovisión indígena que además involucra un concepto de territorio que el vital para su supervivencia[1].  Eso sí elevaría los indicadores sociales y cerraría realmente las brechas existentes.

El Conpes 3797 desconoce la existencia de un capital humano regional, de la experiencia en la región, la existencia de recurso humano que lleva más de 15 años trabajando el tema ambiental y que ya tiene en su haber más de 15 maestrías que están formando profesionales de la región y que en este año entrará a ofertarse el primer doctorado concebido en la región. Existen institutos de investigación que podrían perfectamente aportar en este proceso de desarrollo incluyente y sostenible. El Instituto de Ciencias Ambientales de la Universidad de los Llanos es un ejemplo de ello. El Conpes invisibiliza la sociedad civil y a la academia como actores fundamentales del desarrollo regional. 

El tema de empleo se reduce a formar aprendices el SENA, el tema de ciencia y tecnología se menciona pero se elude la forma de actuar, solamente se plantea un laboratorio de innovación social que depende de entidades externas que tienen a plantear modelos de atención en una región que no conocen.

El documento plantea la necesidad de contar con estudios, con información, con más consultorías y más investigaciones externas de las entidades nacionales para poder afinar el foco y por lo menos entender un poco la situación que está pasando en esta región. Este paso se reduciría en gran medida si se incluye a la gente de la región, a la academia y la percepción de los actores locales, porque conocimiento e información sobre la región si existe, pero está dispersa y fragmentada en cada una de las visiones locales de desarrollo que existen sobre la Orinoquia.

Respecto a la formulación el Conpes tiene marcadas deficiencias, respecto a la pertinencia es claro que elude temas claves, la variable étnica, el conocimiento regional y a la sociedad civil organizada, plantea una noción limitada del tema ambiental y se reduce simplemente a una primera etapa de dotación de infraestructura principalmente vial.

De otra parte los vacíos en la estrategia y plan de acción muestran un enfoque tradicional y nada realmente nuevo en las políticas sociales que seguramente brindaran los mismos resultados nefastos que han dado hasta el momento.

En cuanto a la financiación es insuficiente frente a las brechas sociales planteadas y la destinación de recursos adicionales a los que siempre han sido asignados es una farsa. El estado plantea en este documento una sumatoria de presupuestos que ya se están ejecutando en programas de atención desde hace años y también incluye partidas que ya han sido asignadas y que inclusive ya cuentan con vigencias futuras. Es un afán de mostrar con mucho sofisma una nueva inversión nacional que por supuesto es inexistente y tacaña frente a los objetivos que realmente se propone. Claramente se enmascaran recursos ya asignados como si fueran nuevos, y además lo más triste es que corresponde a esquemas de inversión privada, tales como las alianzas público – privadas, regalías y los contratos plan, que finalmente son pagados con recursos de la misma región.

Es necesario profundizar mucho más en el concepto de Región de Planificación y Gestión que se propone y en la operación de una Agencia de Desarrollo Local que involucra a actores público y privados, hay que estar atentos a esta dinámica y solicitar la información al DNP y a las entidades responsables del proceso, porque sin duda debe ser un proceso ampliamente concertado y construido desde la región.

Este documento sin duda debe ser objeto de análisis por la academia, la sociedad civil regional y ser tomado como una oportunidad para tener un posicionamiento claro desde la región, en la formulación de nuevas propuestas y una construcción participativa y real de una política pública integral para la Orinoquia.

[1] Las organizaciones indígenas y autoridades han promovido la formulación de modelos de atención en salud y educación. El SEIP es el referente para la educación y el SISPI para la atención en salud. Son propuestas que ya tienen aplicaciones y pilotos en el territorio.


[1] Las organizaciones indígenas y autoridades han promovido la formulación de modelos de atención en salud y educación. El SEIP es el referente para la educación y el SISPI para la atención en salud. Son propuestas que ya tienen aplicaciones y pilotos en el territorio.

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Hace unos años mencioné en una columna la necesidad de superar el “complejo mesiánico”, el cual consiste en la estúpida condición de algunos nativos de un territorio en considerar que todo lo que viene de afuera es mejor que lo propio, en atención a la sumisa posición de creer que por su origen en la periferia, todas las cosas son de menor valor, inclusive el conocimiento propio llega a ser desvalorizado frente al foráneo, que por sólo ser externo, tiene la apariencia de ser más moderno y distinguido.  La idea de concebir que siempre vendrá alguien iluminado con las soluciones a nuestros problemas.  Esta condición colonial desdibuja las capacidades locales e inclusive deprime la evolución positiva en la construcción de conocimiento regional que en muchos casos puede llegar a reconceptualizar ciertos términos, innovar y aportar nuevos enfoques y puntos de vista.  Vemos que este maligno complejo renace, pero esta vez se fortalece como mito y con mayor energía.  La malignidad de este complejo radica ahora en que los foráneos aprovechan esta condición con sus acartonados títulos para pontificar y conceptualizar sobre lo propio. Se escudan en certificados y estadísticas creyendo que toda aquella persona que sea de tal cofradía, de tal nobleza, recibe una envestidura y automáticamente el conocimiento pertinente les es transferido y además aseguran enfáticamente que es un conocimiento absoluto, muy superior a todo lo creado. Lo anterior tiene su aplicación en el sistema de la educación superior. La región de la Orinoquia ha tenido históricamente una baja cobertura de educación superior, sin embargo, la historia ha venido cambiando. La Universidad de los Llanos, Unimeta, Unitrópico y otras universidades con subsedes en el territorio, como la Universidad Nacional, la U. Cooperativa, la U. Antonio Nariño, la U. Santo Tomás, la ESAP, la UNAD, la Universidad Minuto de Dios, la Universidad San Martín, entre otras, han venido aportando con sus programas académicos a nivel de pregrado y posgrado en un proceso creciente de cualificación del capital humano.  La acumulación creciente de capital humano es hoy por hoy, uno de los principales ingredientes para el desarrollo y la innovación territorial.   La región cuenta con más de 15 programas académicos a nivel de maestría y el próximo año la Universidad de los Llanos lanzará el primer doctorado regional.  Por lo tanto, aunque las cifras son aún bajas frente a lo que necesita la región, por lo menos existe un importante y creciente acervo de conocimiento que tiene como objeto la lectura territorial de las principales dinámicas locales y regionales.

Dada la creciente importancia de la región, en razón al boom agroindustrial y minero energético, sobretodo en el área de la altillanura. Aparecen expertos foráneos en foros locales pontificando y señalando verdades absolutas por doquier. Llegan universidades externas, con ánimo de participar en la búsqueda de soluciones, pues de plano están plenamente seguras que aquí no hay capacidades locales, y lo peor es que lo ratifican con tal desfachatez en revistas como la Revista Semana en su edición “Tierra a la Vista”. Todo deja entrever que aquí existe una agenda oculta, no se sabe cuáles serán las verdaderas intenciones. Pero lo más triste es que hay empresarios, líderes políticos locales y gobiernos seccionales que actúan como patrocinadores de esta desaprobable conducta. Lo que llama la atención es que cuando la nación empieza a ver en esta región el área más estratégica para el desarrollo del país, llegan expertos de universidades externas a conceptuar sobre la realidad local y crean institutos de investigación y centros de estudios que parecería que están más orientados a canalizar recursos de proyectos de regalías, fondos de ciencia y tecnología, presupuestos para consultorías especializadas que supuestamente son obligatorias para diseñar el desarrollo local y regional.  También levanta sospecha que son universidades que nunca han tenido programas académicos en la región y ni siquiera cuentan con una sede local.  Lo que molesta no es la incorporación de nuevos conocimientos o la posibilidad de fortalecer el sistema de ciencia y tecnología local con la incursión de nuevas universidades. Lo que molesta es la aptitud socarrona y la absurda suficiencia de creer que se está en un territorio virgen y que aquí no existe nada para construir desde lo propio.  Molesta que crean que el solo nombre de una universidad ranqueada en los estándares de calidad, le enviste automáticamente de un conocimiento pertinente sobre la realidad local; de esta manera desconocen y subvaloran las capacidades creadas en el territorio y desprecian la construcción autóctona de conocimiento. Una universidad que actúa así además de molestia genera gran desconfianza. Y no es una desconfianza nacida en posiciones ideológicas que intentan satanizar a una universidad como centralista, o señalarla como el brazo académico de las élites económicas. El asunto va más allá, tiene que ver con la acumulación de capital humano y la necesidad de construir desde lo local procesos de largo plazo.

Para la muestra vale mencionar, según lo anunciado por el DNP, la ejecución del Conpes de la Altillanura va a requerir estudios de ordenamiento territorial, planeación ambiental y construcción de proyectos en la región, como antesala a nuevas inversiones para apalancar el desarrollo de esta importante zona del país.  Este proceso va a ofertar mayores recursos en el campo de la producción agroindustrial, infraestructura productiva y minero energética y por esto está en la mira de centros de consultoría y universidades foráneas que cuentan con conexiones dentro del gobierno.  La idea muy seguramente puede ser un afán de posicionarse localmente y apoyar la construcción de este territorio estratégico desconociendo la historia y el conocimiento creado en la región, creando soluciones amañadas, con intereses particulares y de paso hacer buenos negocios.  La región cuenta con recurso humano muy capacitado y expertos locales para desarrollar tal tarea con total suficiencia y calidad. La calidad basada exclusivamente en los estándares es relativa, pues este simple hecho no garantiza que se conozcan las dinámicas locales y las particularidades de una región tan compleja como la Orinoquia. Ya en la región hemos tenido experiencias de universidades foráneas que muestran mucha codicia por la contratación estatal, establecen nexos locales que les ayudan a anclarse para succionar recursos de regalías y presupuestos públicos. También hemos sufrido en algunos casos por la mala calidad de los trabajos que realizan estas universidades, pues el interés no es dejar un proceso, es aprovechar un cuarto de hora, por lo tanto terciarizan los trabajos y subcontratan gente poco capacitada. De esta manera, es muy difícil que una actuación así deje algo bueno para la región. Pues los resultados no se comparten con la academia local, se llevan al centro del país y allá engrosan la lista ya numerosa de investigaciones que nunca vuelven a la región.  La vinculación de capital humano local es poca o nula, por lo tanto no existe algún nivel de trasferencia o la posibilidad de establecer un aprendizaje de doble vía. Una universidad foránea que actúa así frena la cualificación del recurso humano local, evita la acumulación de capital humano  y actúa como un enclave de conocimiento que succiona recursos y oportunidades, igual como una empresa petrolera succiona el petróleo y deja muy poco para la región.

La invitación es para la clase política, a los gobiernos seccionales y al gobierno nacional a que crean en las capacidades locales y en la calidad que brinda el conocimiento pertinente y la lectura adecuada del contexto que puede hacer la academia local. Existe un grupo calificado de personas en la región que puede construir soluciones y además liderar procesos con una total idoneidad.  Eso permitirá construir sobre bases sólidas una estrategia de desarrollo regional basada en la identidad y el cocimiento propio.

Como ejemplo se puede mostrar un proceso académico que adelanta la Universidad de los Llanos y que es apoyado por Ecopetrol. Un grupo de 35 estudiantes de los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada están cursando estudios de Maestría en Gestión Ambiental Sostenible en una cohorte especial que tiene la misión de construir la Visión Regional Sostenible de la Orinoquia para el año 2032.  En este proceso ya adelantaron su primer semestre, con unos productos muy interesantes e inéditos en la lectura local del territorio, pues la maestría se desarrolla de manera itinerante, con talleres en Arauca, Yopal, Puerto Carreño y Villavicencio.  Muy seguramente será un proyecto que dejará un capital humano valioso y con buena capacidad de liderazgo.  Instancias como el Comité Universidad – Empresa – Estado del Meta, la Mesa Rectoral Universitaria, la reciente Red de Bibliotecas, el trabajo conjunto en iniciativas como la Primera Rueda Regional de Innovación del Orinoquia, entre otras propuestas, el Centro de Desarrollo tecnológico para la Agroindustria de la región de los Llanos, los aportes de conocimiento a la gestión ambiental y la piscicultura, además de la calidad de los foros que se están desarrollando en Villavicencio y otras capitales, demuestran que la academia local está en un buen momento y tiene la capacidad de ser un actor fundamental del desarrollo de la Orinoquia.

DCIM100MEDIA

Luego de participar en la feria agropecuaria y agroindustrial AGROBRASILIA en el Distrito Federal de Brasilia entre el 14 y el 18 de mayo de 2013, la delegación de la Universidad de los Llanos está convencida de la oportunidad de lograr
acuerdos de cooperación con las universidades del área del cerrado brasilero,
una región con condiciones de suelo similares a las encontradas en la
altillanura colombiana.   La razón principal no es copiar el modelo, se trata de tomar elementos tecnológicos, institucionales y organizativos que pueden ser útiles para adaptar en nuestra región.

Conocer la historia del desarrollo del cerrado brasilero es muy importante para Colombia, ya que esta experiencia de desarrollo agrario ha sido tomada como referente principal por el Gobierno y grandes empresarios colombianos. Se trata de un modelo de agricultura comercial a gran escala, con un alto ingrediente tecnológico, alta inversión de capital, grandes extensiones de tierra, con una eficiente maximización de recursos suelo, agua, planta; orientado principalmente a la exportación de materias primas, soya, maíz y sus subproductos.  La validez de contemplar este modelo radica en la probada capacidad de llevar a este país suramericano a ser la una potencia agrícola mundial en pocos años.  No obstante, las magníficas cifras de producción, expertos de este país concluyen que el éxito del modelo ha tenido algunos efectos ambientales y sociales poco deseados, pues en palabras de Eliseo Alves, uno de los arquitectos de este milagro productivo, la sostenibilidad económica es más fácil de lograr, que la sostenibilidad ambiental y la sostenibilidad social. Estos dos últimos aspectos son foco de atención científica de Brasil en este momento, para tratar mantener las altas tasas de producción y garantizar en el tiempo, el posicionamiento global alcanzado.

Vale la pena mencionar que este proceso agrario se nutre de una secuencia de antecedentes, principalmente, decisiones de Estado que comenzaron por la misma creación de Brasilia, una capital totalmente planificada y hecha para ser una maravilla mundial, por su concepción urbanística.  Pero lo más importante fue la decisión de fortalecer el capital humano. El secreto de la evolución brasilera en el campo agrícola desde la década de los 60, fue la formación de alto nivel de más de 3.500 científicos de Embrapa, la empresa brasilera de investigación agropecuaria,  los cuales fueron enviados a las mejores universidades del mundo, para luego regresar y enfocarse en solucionar los problemas locales. En ese momento Brasil estaba sufriendo una grave crisis económica debido a la agobiante deuda externa y el desabastecimiento de alimentos. 

Cabe anotar que el modelo de educación superior de Brasil es diferente al colombiano, actualmente, la educación pública en Brasil tiene un papel primordial y un decidido apoyo financiero del Estado. Unido a este desarrollo educativo, Brasil invirtió una gran cantidad de recursos en infraestructura de transporte, infraestructura productiva, riego, desarrollo urbano, crédito de fomento productivo e estímulos financieros para producción, almacenaje,  comercialización y exportación. Además de lograr construir socialmente un modelo cooperativo de producción y comercialización. 

Estas decisiones permitieron la transferencia tecnológica en el sector agropecuario y aumentó considerablemente la producción científica brasilera, especialmente la orientada al manejo del suelo, sistemas de riego, maquinaria agrícola, obtención de variedades, biotecnología y procesos industriales avanzados, lo cual trascendió a  otros sectores sociales y económicos.

Una de las gratas sorpresas con las que se encontró la visita de la delegación de la Universidad de los Llanos fue la importancia que ha cobrado en Brasil, el tema de la agricultura familiar, la sostenibilidad ambiental, el bienestar animal, los sistemas de trazabilidad, la agricultura ecológica y la organización cooperativa de pequeños y medianos productores.  Sin duda son los asuntos que llaman la atención de la Universidad de los Llanos, pues en nuestro país, por estar en los estados iniciales del boom agroindustrial no se han tomado muy en serio estas líneas de investigación.

Para la delegación de la Universidad de los Llanos resultó muy interesante conocer estos temas y puede decirse que es una razón más para aprender de la experiencia brasilera.  Contrario a lo que pasa en nuestro país, las universidades brasileras, por decisión gubernamental son incluidas dentro del modelo de desarrollo agrario y cuentan con convenios que garantizan la trasferencia interna de los resultados de Empraba y las demás instituciones de investigación.  Por esta razón, establecer convenios de cooperación es un primer paso para desarrollar una agenda conjunta de investigación e intercambio académico.  Un ingrediente necesario radica en mejorar y aumentar  el intercambio de conocimiento entre Embrapa – Corpoica – Unillanos.  Ya que Corpoica cuenta actualmente con un convenio marco de cooperación que incluye recursos importantes de Colombia y Brasil.

El otro proceso simultáneo es que Unillanos adelante convenios con las universidades de Brasil, especialmente las localizadas en el área del cerrado brasilero. En esta oportunidad se logró un contacto especial con las Universidades de Sete Lagoas UNIFEMM y la Universidad de Brasilia.  Estos contactos fueron acompañados por la delegación de la Gobernación del Meta y por la Embajada de Colombia en Brasil. Los temas seleccionados por ahora son:

Con la Universidad de Sete Lagoas (universidad privada):

  • Modelos de Agricultura Familiar y Agricultura ecológica
  • Asociatividad  y cooperativismo en la organización de la producción y la comercialización agropecuaria
  • Estudios para introducción de nuevos programas académicos de áreas sociales, ingenierías y refuerzo de la investigación en economía rural y desarrollo local
  • Modelos de articulación pequeños- medianos – grandes empresarios en la producción de cultivos de gran escala.
  • Transferencia de tecnología en buenas prácticas de producción para un buen manejo ambiental
  • Cooperación en intercambio de estudiantes de pregrado y de profesores para reforzar programas posgrado en la Universidad de los Llanos.

 

Con la Universidad de Brasilia (Universidad Pública):

Profundizar el uso de tecnologías en el campo de la agricultura familiar y la agricultura orgánica.

  • Mecanismos de extensión y transferencia de tecnología que se pueden implementar con pequeños y medianos productores
  • Funcionamiento mecanismos de trasferencia de resultados de investigación, gestión de centros de desarrollo tecnológico agroindustrial y los parques tecnológicos para la difusión y aplicación de nuevas de tecnologías
  • Cooperación en intercambio de estudiantes y profesores para reforzar programas de pregrado y posgrado.
  • Promover la participación en las convocatorias nacionales y binacionales que permiten la formación de estudiantes colombianos en pregrado, Maestrías y Doctorados.

 

La idea es que se priorice una agenda con metas en el corto, mediano y largo plazo y que esta tenga un acompañamiento y apoyo del gobierno nacional y especialmente de la Gobernación del Meta, que está muy interesada en este proceso. Es importante avanzar en convenios con otras universidades brasileras y establecer un fuerte nexo científico que garantice resultados concretos.  Es importante abordar contactos con las Universidades federales de: LAVRAS, VIÇOSA, MINAS GERAIS, GOIANIA y TOCANTINS que se concentran en el cerrado brasilero y que comparten en parte la misión de Unillanos en sus áreas de influencia.

Antes de avanzar y tomar la iniciativa es necesario resaltar que este proceso requiere de apoyo estatal y que no hay que olvidar que el pilar fundamental del desarrollo agrario brasilero fue el fortalecimiento a gran escala del capital humano nativo.   En este aspecto es importante aunar esfuerzos y que iniciativas gubernamentales como el Fondo de Educación Superior del Meta sean fortalecidos financieramente y garantizar que por lo menos 150 profesionales llaneros sean formados de manera inmediata a nivel de maestría y doctorados en las áreas estratégicas para nuestra región como son: producción agrícola especializada, agroindustria, agricultura orgánica y agricultura familiar, ganadería sostenible, manejo de suelos, sistemas de riego, gestión ambiental sostenible, biotecnología, nanotecnología, automatización agrícola, ingeniería química, ingeniería genética, procesos industriales, economía agraria, desarrollo regional, desarrollo rural y antropología. Es importante la articulación entre la investigación básica e investigación aplicada, la creación de empresas de base tecnológica y la gestión de sistemas de innovación.  La región tiene que aprovechar que el tema de ciencia y tecnología cuenta con posibilidades en la canalización de recursos de regalías y que además se cuenta con un Plan Estratégico de Ciencia, Tecnología e Innovación.   Los departamentos del Meta y Vichada pueden conjugar esfuerzos y desarrollar una estrategia conjunta.

La Universidad de los Llanos en un esfuerzo regional puede concretar acciones en el mediano plazo, pues los procesos de formación y de desarrollo tecnológico no maduran de la noche a la mañana. En este caso, es clave la voluntad gubernamental y la decisión de apostar a una visión de futuro colectiva que se construya bajo la premisa de la articulación de la academia, la empresa y el Estado.

Altillanura Colombiana

Manuel Javier Fierro Patiño. MVZ. Magister en Desarrollo Regional y Local.

 

El taller convocado por el Departamento Nacional de Planeación, orientado por la Universidad de los Andes, el día 1 de junio de 2012, en Puerto Gaitán, tenía como objetivo la construcción de propuestas colectivas para implementar la política de desarrollo de la altillanura.  La expectativa de la mayoría de los asistentes era poder aportar desde su grupo de interés, propuestas y elementos de análisis para el documento CONPES de la Altillanura, promesa del gobierno Santos para esta región colombiana.

No obstante, lo informado en la convocatoria, la dinámica del taller tomo un giro diferente y debido a la metodología utilizada se transformó en un evento de validación de un “documento” sin terminar y que aun genera muchas dudas.  Esto molestó a los asistentes, pues la metodología utilizada era excluyente, simplista, reduccionista, poco objetiva y poco concluyente.  Este hecho se presenta casi siempre que se escogen facilitadores que poco conocen de las características sociales y económicas de la región.  Es el beneficio de la duda que se brinda, pues sería nefasto pensar que fuera realmente algo realmente deliberado y que lo que se pretendía era pasar de agache y hacer un gran tremendo saludo a la bandera.

Excluyente, porque no permitía la generación de propuestas por grupo poblacional o gremio productivo específico. Todos conocemos que el debate central sobre el desarrollo de la altillanura tiene diferentes posiciones, la mayoría de estas encontradas, sobre lo que debería hacerse en materia de desarrollo en la altillanura. Los indígenas, los empresarios, los campesinos, no encontraron garantías para poder expresar claramente sus puntos de vista.

Simplista, porque en lenguaje algo folklórico pretendía quitarle importancia al tema, evadiendo los aspectos claves del proceso.  Reduccionista, porque basándose en unas líneas generales pretendía sintetizar una problemática y dar lineamientos generales en una realidad muy compleja, que requiere de un análisis integral, pero sin perder de vista las diferentes aristas conceptuales e inclusive políticas en la construcción de un documento de política nacional en la región más estratégica del país, responsable de la estabilidad económica del país.

Poco objetiva y poco concluyente, porque evadía en todo momento la posibilidad de construir y hacer sugerencias a la propuesta presentada, dando apariencia de que las ideas expuestas inicialmente son inamovibles y centradas en aspectos muy generales, vistas con un sesgo centralista.  No se presentó un documento, solamente se hizo una presentación general que trató lo concerniente a la legalidad de la tierra, ordenamiento territorial, planes estratégicos orientados por un nuevo ente “La Corporación para el Desarrollo de la Orinoquia Colombiana” donde tendrán asiento en el consejo directivo tres ministerios, un gobernador y un alcalde; excluyendo a la región, quedando por fuera a la academia, los gremios y los indígenas.

Según la presentación del DNP se mostró la necesidad de hacer nuevos diagnósticos, recopilar más información, ejecutar proyectos piloto, en fin, nada concluyente y definitivo.  Ni siquiera garantiza la terminación de la vía Puerto Gaitán – Puerto Carreño o la ejecución total del proyecto para la navegabilidad del río Meta, mucho menos la construcción de vías férreas o aeropuertos de categoría para la región.

No se vislumbra una estrategia para la apropiación de la ciencia, tecnología e innovación, minimizando la importancia del conocimiento y el desarrollo tecnológico. Tal parece que para el Departamento Nacional de Planeación en materia de tecnología no hay necesidades y que el camino para el futuro ya está resuelto, cuando lo que ocurre es todo lo contrario, la región tiene un déficit de conocimiento científico y de soluciones tecnológicas para aprovechar sosteniblemente todo el potencial que brinda la oferta natural.  Se prioriza el conocimiento técnico, las capacidades y competencias de baja complejidad, sin definir procesos de generación de valor agregado, centrando toda la estrategia en un centro de formación del SENA, sin querer decir que no sea algo necesario profundizar también en estas actividades laborales. Se excluye el papel que puede cumplir la academia y sobre todo de la Universidad de los Llanos, como principal ente público de educación superior de la región.

La propuesta presentada por Leibovich no profundiza en temas sociales, reduce lo indígena a un tema de tierras, lo campesino a los aspectos labores, lo ambiental a simple ordenamiento, lo político e institucional a la mera acción e interés del gobierno central.   En este aspecto fiscal tiene una cautela desmesurada, tal vez, por no comprometerse en recursos y por esta razón, es un planteamiento exageradamente conservador, nada en comparación con los documentos trabajados, por ejemplo, para la Costa Caribe.

En el tema indígena no desarrollan temas como la seguridad alimentaria, la etnoeducación, el gobierno propio o la etnosalud. No se puede desconocer que las comunidades indígenas son las grandes perdedoras en toda esta dinámica creciente en el campo agrícola y petrolero, por esta razón,  el documento CONPES debe incluir acciones concretas para su protección y desarrollo integral.

Otro tema ausente es el tema de poblamiento y una política de asentamientos.  No hay regulaciones u orientaciones de política para organizar los procesos migratorios y de estabilización sostenible de más de 50.000 personas que esperan ingresar a la zona buscando nuevas oportunidades.   Es un aspecto clave que debe garantizar el uso apropiado de la energía, el agua y la disposición de residuos y aguas servidas, así como evitar replicar errores del pasado que lleven a la extinción de los frágiles ecosistemas de la altillanura.  Debería plantear un Plan de Asentamientos y un Laboratorio de Habitat que permita desarrollar propuestas innovadoras en materia de viviendas auto-sostenibles y planes de urbanización a manera de sistemas aldeas-red.

La población de la región no puede ser subestimada en su capacidad de propuesta y desligar de un tajo el derecho legítimo de participar de las decisiones que afectan su propio futuro. Esperamos, como lo solicitaron algunos asistentes, que el DNP reflexione y que retome un proceso con la profundidad y complejidad que se merece.

Manuel Javier Fierro Patiño. MVZ. Magister en Desarrollo Regional y Local.

Las dinámicas territoriales del Meta avanzan a la consolidación de 2 componentes territoriales económicamente definidos. Por una parte los desarrollos agroindustriales de gran escala en la zona de la altillanura, unidos a un creciente auge de exploración y explotación petrolera, avanzan a la preponderancia de una economía con características de enclave.

Las economías de enclave suelen ser más o menos prósperas que la economía que lo rodea, y su impacto en la misma puede ser beneficioso o perjudicial. En nuestro caso, es claro el efecto de desplazamiento, especialmente en el mercado laboral. Esto perjudica al resto de la economía, porque los enclaves adquieren mano de obra calificada y materia prima, encareciéndose estos elementos para el resto de la economía.

Los resultados pueden ser positivos en la medida que estas grandes empresas generen espacios para la integración de pequeñas y medianas empresas de la región, permitiendo procesos de transferencia de conocimiento, para romper la brecha tecnológica. La articulación social no ha sido exitosa, debido a la afectación grave de la población indígena, las nuevas demandas empresariales de recurso humano calificado y a la poca oferta regional.  Igualmente, no existe un marco regulatorio efectivo o acuerdo político que garantice mayor equidad y fortalecimiento del capital humano regional.

La zona occidental del Meta, jalonada por la dinámica de la región del Ariari, tiene unas connotaciones diferentes.  Existe una buena diversificación productiva, articulando sectores agropecuario y turístico, no obstante, la incorporación de nuevo conocimiento para la productividad y la transformación productiva ha sido lenta. Actualmente convergen la cooperación internacional, la consolidación territorial y de recuperación territorial por parte del Estado, acciones de desarrollo local y algunos esfuerzos por reconstruir el tejido social.

El potencial es inmenso dada la fuerza productiva y el impacto social que generaría la incorporación productiva de toda la zona. Se requiere un proceso de ordenamiento ambiental – productivo de largo plazo y políticas que permitan una apropiación de la ciencia y tecnología con participación activa de productores, mejoramiento vial y fortalecimiento del espíritu asociativo y emprendedor.

La propuesta de constituir un distrito agroalimentario es pertinente para las condiciones actuales. No obstante, debe darse una política de ordenamiento territorial desde lo departamental que brinde las condiciones institucionales para la sinergia de los diferentes proyectos que se desarrollan en la región.  Lo principal es una estrategia de inclusión que permita el empoderamiento de los actores, la generación de confianza y la superación de las trampas al desarrollo, donde lamentablemente el mismo Estado ha sido responsable. Esas trampas están ancladas en el pasado violento, en las falsas promesas gubernamentales y el aislamiento político de la subregión.

Villavicencio funge como eje articulador de esta dicotomía, centro nervioso comercial y área de moldeamiento y transformación de procesos territoriales.

El Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agroindustria de la Orinoquia, es una iniciativa que promueve un conjunto de universidades de la región, con empresarios y sector gobierno, en una alianza de Universidad – Empresa – Estado. El objetivo es lograr a través de la ciencia, la tecnología e innovación, mediante una red colaborativa de los actores regionales las soluciones requeridas para la transformación de las materias primas que se producen en esta zona del país, generar valor agregado, empleo y oportunidades para los Orinocenses.

El proyecto Comprende la instalación de nodos regionales en Villavicencio, Yopal, San José del Guaviare, Inírida, Puerto Carreño y Mitú, en los cuales se dispondrá de un sistema de información que integra soluciones tecnológicas, la oferta de los grupos de investigación para la transformación de las materias primas de los sistemas ganadería, piscícultura, fruticultura, forestales, silvícola, balanceados, agroenergía y producción de alimentos, articulando una red de laboratorios de investigación y desarrollo tecnológico que propiciarán en cada departamento un grado de especialización de acuerdo a su potencial.  Es decir, que los departamentos del Guainía y Vaupés podrán tener la infraestructura de investigación, los recursos humanos idóneos y el acceso a los paquetes tecnológicos  para aprovechar sosteniblemente y  transformar con  los productos que genera la selva.  Así cada departamento articulado a una red de trabajo colaborativo entre empresarios, grupos de investigadores y actores del gobierno podrán desarrollar el enorme potencial que tiene esta región.  Los departamentos del Meta, Casanare y Guaviare desarrollaran nuevos productos a partir de la ganadería y la producción agrícola de zonas tan promisorias como la región del Ariari y la Altillanura.  El departamento del Vichada podrá generar todo un proceso de investigación y desarrollo de nuevas tecnologías para el aprovechamiento forestal.

El trabajo comprende tres etapas, las cuales pueden desarrollarse en un lapso de 6 años. La primera etapa comprende la creación y articulación de la red de actores regionales, laboratorios y centros de investigación de las universidades que participan del proyecto mediante la red de informática y comunicaciones; la construcción de una planta piloto agroindustrial para experimentación y desarrollo de nuevos productos,  la preparación del recurso humano gestor y la conformación de una unidad de gestión tecnológica avanzada, inteligencia de mercados y estructuración de proyectos.

En una segunda etapa se ampliaran las capacidades de los laboratorios en cada departamento, la formación y fortalecimiento del recurso humano regional mediante alianzas nacionales e internacionales con otros centros de desarrollo tecnológico que trabajen el mismo objetivo y el posicionamiento comercial de nuevos productos basados en la transformación de las materias primas de la región.

La última etapa comprende la generación de la infraestructura necesaria para consolidar procesos de desarrollo tecnológico en toda la región, la formación de maestrías y doctorados en áreas estratégicas para el aprovechamiento sostenible de la biodiversidad y generación de empresas de base tecnológica que  integren diferentes centros de investigación y laboratorios de toda la región, generando empleo y oportunidades para la gente de la región.  Otra preocupación del Centro será el posicionamiento internacional de los nuevos productos, la innovación social y la generación de alternativas de gestión organizacional, transporte y comercialización acordes al potencial regional.

De esta manera la región pretende propiciar que los beneficios de la transformación se queden en la región y permitir a los actores regionales ser protagonistas proactivos de su propio desarrollo.  No es algo descabellado. La región ha venido avanzando en el tema de la educación superior, la formación avanzada y ya cuenta con algunos grupos de investigación que pueden empezar a generar una dinámica productiva que beneficie a los productores y empresarios de la región. El proyecto se desarrolla por fases y se espera que en la medida que se consolide integre una mayor cantidad de empresarios, universidades e instituciones públicas.

Para mayor información se puede establecer comunicación mediante email a los correos: cdtorinoquia@gmail.com o cueemeta@unillanos.edu.co en los cuales se brindará la información necesaria para hacer parte de esta iniciativa. La propuesta está siendo gestionada por el Comité Intergremial del Meta, Asorinoquia, Bionergy, el Comité Universidad – Empresa – Estado, universidades como la Universidad de los Llanos, Unimeta, Uniminuto, la universidad Santo Tomás, la Universidad San Martin, la ESAP, la UNAD, la Universidad Antonio Nariño, CUN, CIDCA y la Universidad Cooperativa de Colombia, entre otros actores regionales, como la Mesa Rectoral Universitaria que integra a instituciones de Educación Superior de Meta y Casanare.

Manuel Javier Fierro P.  CUEE Meta. Unillanos.

Universidad de los Llanos

Universidad de los Llanos

La pretensión de un club de acomodados ciudadanos sobre unos terrenos entregados por el Municipio de Villavicencio a la Universidad de los Llanos, es una muestra más de las lamentables situaciones que en la región se presentan y que marca la ambición y el afán de enriquecerse a partir del patrimonio público. La Universidad de los Llanos es una institución educativa pública, es decir, sus activos y recursos tienen una función social marcada por su misma naturaleza. Su función tiene una invaluable importancia al permitir que estudiantes de bajos recursos, una vez convertidos en profesionales, aporten al desarrollo de la región, y al mismo tiempo puedan dar un salto en su nivel social y el de sus familias. Es un hecho económico y social sin precedentes, pues gracias a la educación se genera ruptura al ciclo vicioso de la pobreza en muchos hogares de la región.

El desarrollo del capital humano constituye un desafío central frente a la necesidad de reducir la pobreza y abatir la desigualdad. Según el BID, el papel de la educación en la generación de bienestar es determinante: en Latinoamérica, quien ha aprobado algún grado de secundaria tiene 24 por ciento más de probabilidad de evitar la pobreza, en comparación con alguien que sólo cuenta con primaria terminada. Para el caso de quien cuenta con algún grado de bachillerato, la probabilidad de no ser pobre es 2.7 veces mayor. Pero, si la persona aprobó algún grado de educación superior, la probabilidad de evitar la pobreza es 6.2 veces mayor que aquella que sólo cuenta con primaria.

No basta con tener vergonzosos hechos como las obras inconclusas de la SECAB, los dineros perdidos en las fiducias, mandatarios presos, otros huyendo, todo un record de corrupción y despilfarro, sino ahora también una muestra de elitismo frente a la equidad. La Unillanos ha tenido graves problemas para aumentar su cobertura, uno de ellos es la ausencia de terrenos para su expansión y apertura de más programas, precisamente, en estos terrenos se tiene proyectado ampliar la oferta académica de la facultad de ciencias de la salud.

Señores del club de Villavicencio un llamado a la sensatez, en este caso prima el interés general, más aun donde se advierte un fin suntuoso y elitista frente a la oportunidad de equidad social que brinda la universidad pública. La figura de los clubes sociales, ya en decadencia, obedece al culto a la apariencia, a la fastuosidad y opulencia, lo que significaría en forma directa legalizar la exclusión y arbitrariedad frente a la problemática social que nos agobia. Sería un antecedente lamentable que un hecho de estas características ocurra en nuestra ya aporreada región y más triste si los estudiantes, profesores y la sociedad en general no hacen nada para defender sus derechos.

Manuel Javier Fierro Patiño.Magister en Desarrollo Local y Regional

Información no es Conocimiento

Información no es Conocimiento

Las crisis económicas pueden ser un contexto propicio para que los actores regionales presten atención a lo realmente estratégico. Generalmente, en situaciones comunes, donde supuestamente no existe un afán gerencial y aparentemente no hay preocupación por la escasez, existe la tendencia a despilfarrar, pensar menos y actuar improvisadamente. Pero, cuando la crisis llama el interés general y se demandan soluciones pertinentes y oportunas, se suele ser más cauto y pensar mucho más las cosas. Es una oportunidad para plantear propuestas responsables que apunten a maximizar recursos, generar alianzas y emprender acciones coherentes.

Lo cierto es que se requiere un marco para generar ingresos para la población, pero si las empresas y la economía en general están en recesión, es muy difícil que se pueda producir lo suficiente para generar empleo y activar la demanda. Es el momento para desarrollar un plan de emprenderismo y formalización empresarial a gran escala, que involucre recursos significativos, garantizando el tránsito de los emprendedores hacia la consolidación de empresas que generen valor agregado, ingresos y nuevos empleos. Se necesita un proceso intensivo que garantice que hagan empresas los emprendedores que realmente cuentan con los medios tecnológicos, financieros y el conocimiento para desarrollar planes de negocios factibles. Por esta razón, se requiere la participación articulada de la academia, los gremios, las empresas y el gobierno para construir una verdadera región del conocimiento. Ello implica la necesidad de darle vida a proyectos como las zonas francas, los parques tecnológicos y multiplicar los departamentos de investigación, desarrollo e innovación en las universidades, fortalecer las empresas existentes, desarrollar programas de emprenderismo y orientar los recursos de los entes territoriales hacia los sectores dinámicos.

Pero brindar resultados de manera inmediata requiere de un esfuerzo en recopilar y procesar la información de manera rápida. Datos sobre los mercados, inversiones tecnológicas y aplicación masiva de tecnologías de la sociedad del conocimiento, proveen del soporte adecuado para la toma de decisiones. Una región del conocimiento es una región “inteligente” que puede adaptarse y evolucionar de manera flexible, ofreciendo respuestas pertinentes en tiempo real. Es la región donde los recursos financieros se combinan con información de mercado, conocimiento y tecnología de última generación.

La Orinoquia tiene el capital humano, los recursos financieros y los medios para conseguir, adaptar y producir la tecnología para apuntalar un proceso de desarrollo en el corto y largo plazo. Solamente se requieren decisiones políticas con visión estratégica, que conviertan planes en hechos palpables.

Manuel Javier Fierro Patiño Magíster en Desarrollo Local y Regional

En la búsqueda de soluciones a la trajinada crisis mundial, emerge el fortalecimiento de los escenarios regionales y locales. Podrán desarrollarse todo tipo de políticas macro, en todos los sectores, pero estas no tendrán efecto si no se llega directamente a los agentes económicos primordiales: las empresas y los hogares. Precisamente en lo local y regional se construye la viabilidad de una verdadera competitividad territorial.

No basta mejorar la infraestructura, mejorar la conectividad y o el acceso a la información, si no se fortalecen los aspectos endógenos, de lo contrario solo se estaría mejorando el entorno y abriendo las puertas con un gran margen de maniobra a inversionistas externos que rápidamente pueden cambiar el paisaje económico para su beneficio, dejando en una clara posición de desventaja a los empresarios locales.

La intervención del Estado, además de promover y permitir la inversión foránea, debe ser la de fortalecer el capital humano y social de la región para que los habitantes participen abiertamente de los beneficios de la inversión.

Los empresarios locales a su vez, deben prepararse para grandes retos, modernizarse y buscar alianzas. Pero este proceso no es tan fácil como se piensa. Los empresarios, gremios, instituciones educativas, la academia y gobierno deben trabajar en el mismo sentido.

Por una parte, es fundamental construir una visión conjunta, como se pretende con el Plan Regional de competitividad, pero, simultáneamente hay que reorientar recursos y modificar la gestión pública y empresarial.

Ese norte estratégico se plasma en dos vías generales: Una, la de aumentar la productividad, es decir, seguir haciendo lo mismo, pero con mayor eficiencia. Y otra, mediante la transformación productiva, o sea, cambiando la forma de producir, generando valor agregado a la producción o generando nuevas alternativas productivas. Por ejemplo, producir cueros, lácteos, cárnicos, en vez de ganado en pie.

Los dos caminos requieren de personas competentes, tecnología, inversiones y una buena dosis de gestión y optimismo. De otra parte, hay que tener un conocimiento detallado del mercado y escoger con mucho cuidado nuestros clientes. No podemos pecar y producir lo mismo y de la misma manera que nuestros competidores (otras regiones y otros países), pues muy seguramente perderemos el impulso, pues ellos pueden tener más ventajas en infraestructura y cercanía a los mercados.

La región requiere dar un salto en la gestión de políticas, en lo empresarial y en lo tecnológico, que posibilite empresas con liderazgo, un entorno adecuado, políticas activas con acertada intervención de las alcaldías y gobernaciones, con una inyección tecnológica muy importante. No hay que actuar con improvisación, hay que pensar en el futuro.

Sábado 14 de marzo de 2008 http://www.eltiempo.com/nacion/llano/2008-03-15/ARTICULO-PRINTER_FRIENDLY-PRINTER_FRIENDLY-4012385.html 

 Pese a los cambios en las administraciones y entidades involucradas, el departamento tiene muy adelantado el Plan Regional que deberá presentar antes del 30 de junio ante el Gobierno Nacional.  Así quedó claro después de la realización esta semana en Pereira (Risaralda) de un encuentro empresarial para socializar en esa región el estudio Doing Business y entregar pautas para avanzar en los Planes Regionales de Competitividad, y en el cual el Gobierno Nacional precisó que los departamentos tendrán plazo hasta el 30 de junio para entregarlos. Dentro del avance del proceso en el Meta, ya se tiene listo el documento que contiene diez propuestas productivas y de mejoramiento de la competitividad, elaborado por Confecámaras a través del consultor regional, Javier Fierro Patiño, con el apoyo de la Cámara de Comercio de Villavicencio (CCV).  Este documento se constituye en una propuesta sobre los lineamientos de la política de competitividad regional y plantea una estrategia conjunta para articular a los actores regionales y orientar el apoyo gubernamental hacia iniciativas de alto impacto.

Los diez proyectos productivos están enmarcados en cuatro ejes: económico, capital humano, entorno (infraestructura y medio ambiente) y lo social.   En lo económico se incluyen proyectos de emprendimiento y desarrollo de empresas, y la materialización de los cluster turístico y agroindustrial. Para el capital humano un sistema regional de innovación y otro educativo con pertinencia y calidad. Del entorno, se busca proyectar redes de ciudades en el Meta y de infraestructura física para una conectividad real con el país, un proyecto de gobierno transparente y con responsabilidad social, y otro de competitividad ambiental. En lo social se plantea crear distritos agroalimentarios subregionales.  La propuesta será ahora analizada por la Comisión Regional de Competitividad para concertar y formular políticas, comprometiendo a todos los actores en la ejecución de los planes de acción para materializar los proyectos, que también fueron entregados a los gobiernos entrantes del Meta y Villavicencio, para que fueran considerados en los planes de desarrollo.
Para la CCV, en la ejecución del Plan de Competitividad será clave la voluntad y decisión de los gobiernos y las instituciones para desarrollar acciones en tal sentido.

 Datos de la Comisión

La Comisión Regional de Competitividad fue creada el 22 de junio de 2007, hace parte del Sistema Nacional de Competitividad y será objeto de seguimiento y análisis a través de instrumentos como el Observatorio de Competitividad que se está gestando.  Dicha Comisión no tiene relación con el proceso de la región Amazorinoquia, como por error se publicó en la edición 1298 de Llano 7 días.

 

La Comisión Regional de Competitividad tiene actualmente 23 integrantes, tanto del sector público como del privado y es presidida por el Gobernador del Meta y no tiene relación con el proceso de la región Amazorinoquia.  PUBLICADO POR LLANO 7 DIAS. AUTOR. EL TIEMPO.

Presentación de la propuesta de Plan Regional de Competitividad como resultado de la consultoría realizada con Confecámaras. Apoyo de la secretaría técnica de la Comisión Regional de Competitividad del Meta, Secretaría de Planeación y Desarrollo del Meta y la Cámara de Comercio de Villavicencio.

 Este documento pretende ser el principal instrumento de la sociedad del departamento del Meta para llevar a cabo un profundo proceso de transformación productiva. Por años hemos escuchado el discurso de nuestras potencialidades y las enormes ventajas que nos brindan nuestra biodiversidad, posición geográfica, nuestra riqueza petrolera, nuestra cultura y capital humano, pero, el discurso se torna vago si no se avanza hacia la realización concreta de nuestras metas.La propuesta nace y se nutre de una rigurosa revisión de los procesos de planificación desarrollados en el departamento en los últimos años, recogiendo los aportes que cada uno de ellos y también los resultados, recomendaciones y datos ofrecidos por estudios relevantes como Doing Business del Banco Mundial, el escalafón de competitividad de la CEPAL, aportes del BID en enfoques para el emprenderismo y el desarrollo empresarial, el estudio de Hausmann, los estudios de Araujo & Ibarra, la apuesta nacional exportadora, el observatorio de agrocadenas, entre otros.  Igualmente, se recopiló información consistente en encuestas a líderes sobre la percepción de competitividad, documentos producidos por las secretarías técnicas de las cadenas productivas, el estudio del tema de informalidad y la caracterización de nuestro tejido empresarial. Se trata de una propuesta soportada en un progresivo proceso de construcción conceptual para materializar la competitividad y en el acuerdo tácito que ha construido la sociedad del Meta en torno a unos proyectos estratégicos. Se adopta el concepto de competitividad sistémica, reconociendo su utilidad en contextos complejos como el nuestro; igualmente, se consultan e incorporan argumentos desarrollados por diferentes experiencias de países y regiones que han avanzado en desarrollo endógeno, activando con éxito sus capacidades locales.  

El principal reto consiste en reconocer que el futuro depende de nosotros y que necesariamente toda estrategia de competitividad debe basarse en nuestra contundente decisión de transitar de las palabras a los hechos y en la autoconfianza para realizar los cambios requeridos. 

Ver propuesta:

Solicitar documento y sugerencias al correo electrónico manueljavier@gmail.com

pensar en mejorar

Tenemos el gran reto de enfocar el desarrollo regional creyendo en nosotros mismos. Lo cual no debería ser un reto sino una actitud inherente a nuestra capacidad de observar e imaginar el futuro del mundo.

¿Resulta tan dificil saber que somos capaces?

podemos hacerlo

 Manuel Javier Fierro Patiño. Magister en Desarrollo. Profesor Unillanos.

Los procesos de innovación, constituyen una inaplazable oportunidad para que las regiones de los países emergentes puedan desarrollarse. Lamentablemente, persiste el desdén por la ciencia y la participación independiente y a veces contradictora de los actores en el contexto del desarrollo.

El escenario regional es el substrato con mayores posibilidades en el planteamiento de una estrategia que busque aglutinar acciones y forjar un interés común. La región demanda un modelo endógeno de desarrollo que contrarreste la clásica visión del crecimiento económico, propicie la conformación de alianzas y enfatice en la creación de condiciones para la inclusión social y el desarrollo humano. Unillanos se fortalece con paso firme en este propósito, liderando procesos de articulación con el sector privado y el gobierno, modernizando sus procesos y procedimientos, destacando la universidad investigativa y la proyección social, sin olvidar la importancia de la docencia en la formación de competencias. Se asume la universidad con visión regional, no como un agente que pueda ser instrumentalizado, sino un actor preponderante y proactivo que lidere conjuntamente con los gremios, empresarios, gobierno y organizaciones sociales, iniciativas que apunten al interés colectivo. La universidad debe ser un ente que se ocupe del desarrollo humano de manera integral, que vele por la seguridad alimentaria, el aprovechamiento sostenible de la biodiversidad, propiciando proyectos que busquen el desarrollo económico con equidad social. Igualmente, para la universidad debe ser determinante aportar en la generación de ventajas competitivas y ayudar a posicionar las empresas e instituciones en un lugar de vanguardia, generando empleo e ingresos para el grueso de la población.

Estos nuevos retos traen consigo una reinvención de las relaciones interinstitucionales y del papel que cada uno de ellos realiza en un marco de articulación. El Estado debe ampliar su campo de acción. La inducción de competencias empresariales, la promoción real de la ciencia y la innovación, la constitución de alianzas socioempresariales y la financiación de procesos de emprenderismo social deben ser funciones inherentes. La generación de un contexto adecuado para la atracción de la inversión es importante, pero no suficiente para tener éxito en procesos de desarrollo regional. La experiencia en el mundo lo ha mostrado categóricamente. El éxito económico de las grandes economías emergentes, tales como India, China, Corea e Irlanda, ha estado soportado en un papel de un Estado inductor de procesos de acumulación de capital humano y capital social en regiones específicas. El talento humano es fundamental y este se aprovecha a partir de la aplicación de la ciencia y la tecnología.

En este orden de ideas proyectos como el “Mapa de conocimiento” son relevantes para saber donde nos encontramos y qué rumbo podemos tomar. El llamado es a que empresas, universidades y gobierno emprendamos un camino común. Un camino que nos lleve al Meta y Orinoquia a aprovechar nuestras potencialidades, pero ante todo, lleve a nuestra gente a niveles óptimos de autonomía y bienestar gracias a un trabajo mancomunado. Un sendero que solo el conocimiento pertinente y socialmente compartido puede construir.

Este estudio muestra los factores que inciden el proceso de creación y consolidación de empresas en Villavicencio. Se constituye en un documento muy util para trazar políticas de desarrollo empresarial en el nivel territorial. Se puede bajar de la siguiente dirección.

http://empresasvillavo.wordpress.com

Corrupción

Caricatura de Sergio Langer (Caricaturista Argentino)

Recientes estudios plantean la importancia creciente de ciertos factores institucionales que afectan directamente el nivel de competitividad de las empresas o la región. La influencia de la cultura, las políticas públicas, la gobernabilidad, las normas y los aspectos psicosociales que frenan o aceleran los procesos de cambio, resultan más importantes de lo que usualmente se piensa.

Podrán construirse vías, ferrocarriles, aeropuertos, redes de comunicación, orientarse los recursos suficientes para mejorar el contexto y la imagen territorial, pero si no existe la red social proactiva que dinamice aptitudes, actitudes e induzca procesos de cambio tecnológico y transformación productiva, la región puede mantenerse en ese período inmóvil y conformista que cierra las puertas a la competitividad. Las políticas públicas deberán enfatizar mucho más en la generación de procesos de cambio social, seleccionando funcionarios bien intencionados, involucrando al sistema educativo, fortalecimiento las redes sociales, apropiando recursos para el cambio empresarial y formación en valores, estimulando actitudes emprendedoras y premiando los esfuerzos de quienes, sin contar con muchos recursos, son capaces de romper la barrera de la incompetencia.

El asunto va mucho más allá, hay aspectos que limitan y frenan las aptitudes y actitudes de los más avezados, paralizando posibilidades y cerrando oportunidades. Las instituciones públicas o privadas no son precisamente las ineficientes, pueden ser sus funcionarios, que con su proceder equivocado son factores de atraso regional. Los funcionarios que sufren de envidia y celos institucionales, los que cobijan su incompetencia con la intriga y la patraña, están siempre atentos a paralizar cualquier proceso o proyecto de devele su incompetencia ante la sociedad. Igualmente, esta anomalía social también puede enquistarse en las empresas privadas y en todo tipo de organizaciones. Ante esto, es difícil administrar procesos de cambio endógeno, pues en la gloria del individualismo improductivo, los terceros, los que llegan de afuera, logran mejores resultados y encuentran un terreno abonado en donde las prioridades sociales y económicas de la sociedad regional quedan en un segundo plano. Estos problemas se agudizan cuando los sistemas de control social no funcionan o se contaminan con esta virosis social; los medios de comunicación, los jueces, los fiscales, veedores o interventores que conviven abiertamente en esquemas que acomodan para servir a sus propios intereses o a los de terceros.

El llamado es a las instituciones para que trabajen articuladamente para generar un proceso estratégico de cambio social, que involucre al núcleo familiar, la escuela, las universidades, al sistema educativo e institucional en general. El objetivo es cambiar la forma de pensar, cambiar la actitud frente al cambio, aprender a trabajar en equipo, recobrar valores como la solidaridad, la perseverancia, la honestidad y la tolerancia. Estos aspectos son claves en una estrategia de desarrollo regional y muchas veces son desestimados por las escuelas de administración y economía. Si hacemos un recuento histórico en la región, podríamos encontrar que el futuro de la región, sin desestimar otros factores, podría depender de la superación de estas dificultades institucionales.

Inequidad entre pobres y ricos

 

El Meta se vislumbra como el territorio de mejor perspectiva económica en los próximos años. No solamente por la producción de crudos pesados, sino también por las cuantiosas inversiones en cultivos permanentes (palma, caucho y forestales), biomasa (caña y yuca) para producción de etanol y el crecimiento inusitado del sector turismo en diferentes modalidades. Esto enmarca al Meta en un cambio estructural de su economía, que tendrá amplias repercusiones en el campo social y empresarial.  La noción de ser un territorio ganadero, con amplias sabanas y riquezas naturales, despensa alimentaria del centro del país, empieza a ser cambiada por un territorio con producción agrícola de gran escala, destino turístico y enclave agroindustrial. A simple vista parece ser un cambio deseable para la región, pero es necesario visualizar con mente sobria y reflexiva la posible afectación de algunos sectores de la población.

Las tendencias mundiales empujan a las regiones en buscar sistemas de producción competitiva y a jalonar inversiones mediante la dotación de infraestructura, medios de comunicación y centros de servicios empresariales, que disminuyan costos y mejoren tasa de la eficiencia en las empresas que deciden invertir en la región. No obstante, esta generalizada política de los gobiernos regionales cierra el paso a las empresas locales, genera amplias inversiones espúreas que buscan merecidos ingresos que no siempre se reinvierten en la región.  Propician la llegada de mano de obra calificada y no calificada, en razón a la disminución de costos laborales, sin contemplar el empleo local y el dinamismo de la economía de base local. Esto sin contemplar los cuestionamientos graves que rodean actualmente a la producción de biocombustibles, por sus dudosos resultados ambientales y la presión en el alza de los alimentos.  

El hecho de advertir los posibles efectos nocivos de este cambio estructural, no implica el rechazo a la inversión privada. Lo que realmente llama la atención es la poca proactividad de los gobiernos locales y regionales en el análisis de los posibles efectos y los planteamientos definitivamente pobres en medidas tendientes a fortalecer el tejido empresarial local, mejorar la oferta de empleo calificado o propiciar inversiones en procesos de investigación, desarrollo e innovación que garanticen una endogenización de los beneficios de la inversión privada.   En términos coloquiales, es como preparar la cama para que se acueste un extraño y sacar al dueño de la casa para entregársela gratis a un vecino.  Lógicamente, el dueño de la casa, por lo menos debería saber que es lo que está pasando y tener la posibilidad de prepararse y eventualmente negociar y beneficiarse de los recursos invertidos.

La idea es que los empresarios locales tengan oportunidades reales, posibilidades de formación y capitalización. Hay que brindar opciones equitativas para los pequeños y medianos productores, que llevan años pagando sus impuestos aquí, tienen sus hijos estudiando aquí y reinvierten su capital en la región.  Existen planes del gobierno nacional, potencias extranjeras, multinacionales, empresarios y políticos pudientes para la región.  Vale la pena preguntar: ¿Qué piensa la región sobre el futuro de la región? ¿O simplemente asumimos con ignorante beneplácito lo que piensan otros por nosotros?

Empieza haber un acuerdo en el mundo “subdesarrollado” respecto a dos componentes, a veces ignorados, pero que resultan imprescindibles en una estrategia de desarrollo regional: La necesidad del conocimiento científico-tecnológico y la constitución de redes-alianzas sociales-empresariales.  Las experiencias han enseñado que hacer énfasis en solo algunos componentes o dirigir la inversión de manera sesgada disminuye el porcentaje de éxito.  Igualmente, hay que diferenciar el tipo de desarrollo que se pretende, si es un desarrollo equitativo y sostenible o simplemente un crecimiento económico con elevadas inversiones en algunos sectores dinámicos.  No siempre lo segundo lleva a lo primero.  El ideal es que los rendimientos adicionales se distribuyan de manera equitativa e involucren al mayor número de empresarios, industriales, comerciantes y consumidores. La región es un escenario propicio para planificar con lente amplia y visión estratégica ante la disminución de maniobrabilidad política y económica que ha afectado a los Estados-nación.  La globalización permite el fortalecimiento del capital transnacional, abriéndole amplias posibilidades para movilizarse y multiplicarse en todos los confines de la tierra. Los tratados comerciales entre los países buscan potenciar sectores dinámicos, pero también descubren debilidades y falencias para articularse a los mercados internacionales.  De alguna manera, hay que buscar ponderar y compatibilizar las presiones que empujan a una apertura total y la protección de los productores locales.  Ante todo es natural y estratégico para un país mantener la base productiva y el poder de decidir su propio futuro. El riesgo consiste en perder la capacidad de responder autónomamente ante los cambios y verse totalmente a merced de los caprichos del capital extranjero. Al llegar a este punto, seria muy difícil para un Estado garantizar un nivel de calidad de vida aceptable para todos sus habitantes y además, permitir un desarrollo armónico para las regiones.

Ante el reto de posicionar exitosamente en el mercado nacional e internacional los bienes y servicios producidos por la región y mantener al mismo tiempo cierto poder de maniobra y decisión, surge la necesidad de potenciar las capacidades endógenas; porque solamente así sería posible proteger a los productores regionales. Se acepta que las posiciones dogmáticas proteccionistas no hacen bien a las empresas, pues las sumerge en un anquilosamiento sin estímulos, pero también es cierto, que ante las asimetrías existentes en un proceso competitivo, es conveniente desarrollar políticas para brindar todos los medios y recursos para ponerlas al mismo nivel frente a las empresas foráneas.  Es aquí donde se centra debate, entre los que creen que el mercado por si solo regula las relaciones sociales y los que están convencidos de un papel más proactivo del Estado.

Nociones recientes reivindican el papel promotor para el Estado, fundamentalmente en todos sus niveles macro, meso y micro, dinamizando y garantizando oportunidades de surgimiento, expansión y consolidación de la producción nacional y de las regiones. El hecho de brindar infraestructura o servicios básicos, es importante para jalonar inversiones, pero hoy en día, las dinámicas existentes demandan un papel más activo, abandonando el tradicional enfoque keynesiano, pero asumiendo una función determinante en la superación de las fallas del mercado, la inducción de pactos sociales y la promoción del desarrollo ambientalmente sostenible.  Un cambio de semejantes magnitudes, requiere de una nueva visión de la gestión pública, nuevas líneas de inversión y una mente más abierta a los cambios.

Los coletazos del fenómeno de la globalización tocan a las Universidades, persuadiéndolas de hacer un mayor esfuerzo en entender y desarrollar conocimiento útil y pertinente para los procesos productivos regionales.  Siendo así, es indefectible una alianza social entre las Universidades, las empresas y los gobiernos locales para incorporar conocimiento, innovación y diseñar e implementar estrategias coherentes para competir en los mercados nacionales y mundiales.

La región de la Orinoquia se ha caracterizado por la producción de materias primas.  En este marco de ideas, el principal pilar para lograr ese posicionamiento no es simplemente aumentar la producción o aumentar la eficiencia para lograr mayores márgenes de rentabilidad; es la aplicación de conocimiento apropiado y pertinente, el que permite dar valor agregado, generando retornos sociales significativos, pues aunque los resultados directos de un proceso de investigación, desarrollo e innovación, en una primera fase tienden a beneficiar a una empresa en particular, los efectos pueden distribuirse en todo el tejido empresarial. 

Desde el primer encuentro Universidad – Empresa – Estado, realizado en Villavicencio, el día 30 de agosto de 2006, con el auspicio de Unillanos y la Cámara de Comercio, un grupo de académicos, empresarios y funcionarios han venido reuniéndose, analizando y vislumbrando la alternativa más viable para la producción, difusión y apropiación del conocimiento regional para fines productivos y sociales.  Este grupo consolidado como Comité Universidad – Empresa – Estado, con la Secretaría Técnica por parte de Unillanos, advierte una debilidad respecto a las características de la oferta de conocimiento existente y su pertinencia respecto al núcleo tecnológico y apuestas productivas de la región.  Igualmente, indica un desconocimiento de las necesidades puntuales de las empresas respecto al mejoramiento tecnológico o desarrollo de procesos de innovación.  Surge entonces la idea de un primer proyecto que tiene como objetivo primordial la caracterización de la oferta y demanda de conocimiento regional para identificar posibles alianzas y proyectos entre los diferentes actores de la competitividad para materializar el potencial endógeno existente.  La cualidad estratégica de la inversión en ciencia y tecnología es que genera soberanía en un mundo en donde el conocimiento es el activo más importante.  Consecuentemente, esa soberanía permitiría una distribución más equitativa de los beneficios dentro de la sociedad llanera.  Es una iniciativa que con el apoyo de la Gobernación del Meta empieza a ejecutarse, no obstante, requiere de más apoyo y compromiso, que sumen más actores, nuevas universidades y el apoyo permanente de los entes territoriales.

Estas nuevas percepciones obligan a las instituciones regionales a cualificar su capacidad de respuesta, generando políticas públicas pertinentes e innovadoras, alejándose del persistente enfoque “receta”, el cual se basa en formulas traídas por asesores foráneos o que han resultado exitosas en otras latitudes. Lo anterior no excluye a las experiencias foráneas como insumo importante para implementar procesos autónomos y pertinentes de apropiación de conocimiento regional.

Los procesos de competitividad que buscan materializar los planes y programas de desarrollo que constantemente se formulan y reformulan, no se decretan, se construyen de manera articulada, haciendo énfasis en sistemas de innovación y la constitución de redes-alianzas socio-empresariales.

 

Manuel Javier Fierro Patiño

MVZ. Esp. Gestión y Planificación del Desarrollo Urbano-Regional

Magister en Desarrollo Local y Regional

Consultor, Profesor de la Universidad de los Llanos

Secretario Técnico del Comité Universidad – Empresa – Estado (Meta)

Ponencia presentada en el seminario «Balances y perspectivas de la Región Central. Universidad Nacional  – Distrito Capital. Bogotá, 6 de julio de 2007

Vea aquí: Ponencia sobre competitividad