El triunfo de Barack Obama como presidente electo de EEUU marca una nueva época en el mundo. La desgastada imagen de Bush, los continuos errores de política internacional de su gobierno, los crecientes escándalos de corrupción y manipulación para esconder los síntomas de la crisis mundial, crearon un ambiente impopular de aversión para EEUU como nunca antes visto en la historia. Cuando una potencia mundial de esta magnitud llega a tales niveles, el equilibrio mundial que ha mantenido las tensiones en un punto tolerable tiende a quebrarse. El primer error del gobierno Bush fue creer ciegamente en el papel de EEUU en un mundo unipolar, donde como supuesto determinante es la idea de la preponderancia solitaria en el campo militar, político, económico y ético. Esa idea alimentada por el debilitamiento de sus opositores cambió los límites morales de la geopolítica.
Condoleezza Rice resultó ser la fiel expositora de la prepotencia y falta de tacto en las relaciones internacionales. En muchos casos EEUU pasó de ser mediador a ser causante de crisis, su papel de vigilante de la paz se resquebrajó dada su desproporcionada respuesta a los ataques del 11 de septiembre de 2001. Si bien, existía pleno derecho a responder, su accionar rompió los límites de la convención de Ginebra, con ejemplos como Abu Ghraib y Guantánamo. Esto sumado a los desatinos tácticos y daños colaterales en Afganistán rompieron el ideal de autoridad moral, la cual nace de la coherencia entre el decir y el hacer, entre el hacer y ser.
Esa idea sobredimensionada de poder llevó a cambios en la doctrina de seguridad nacional que infringieron daños al concepto de justicia. Estos ataques preventivos hicieron que los blancos de la guerra se hicieran menos densos y difíciles de localizar. De esta manera, primó la respuesta improvisada sobre la protección de los civiles para eliminar a toda costa al enemigo, práctica que empezó a crecer desde el conflicto en Yugoslavia.
Con Obama nace la esperanza y como el mismo lo ha dicho, será el comienzo de un nuevo orden en las relaciones internacionales de EEUU. Como primera medida será muy importante recobrar la confianza y credibilidad de la gran potencia. La recesión estadunidense creará un escenario muy difícil para el nuevo gobierno. No obstante, no debe poner en riesgo los cambios en las doctrinas de seguridad, que harán mayor énfasis en la negociación de conflictos y la intolerancia frente a los ilimitados márgenes que adquirieron las acciones de guerra. Por esta razón, no es raro el ímpetu con que Obama condena el asesinato de sindicalistas en Colombia. Esta condición de reconstrucción moral, aunque muchas veces es más simbólica que real en los gobiernos de EEUU, marcará la pauta en las relaciones con sus socios más cercanos.
Manuel Javier Fierro P. Magister en Desarrollo. Unversidad de los Llanos